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miércoles, 21 de diciembre de 2011

Una Noche En Belén

Una noche, por las calles angostas de Belén,
golpeando miles de puertas que a su paso se cerraban,
deambulaban dos personas como vos y como yo.
Eran José y María llevados por un decreto, que tenían que cumplir,
montados en un burrito llegaron a obedecer.
María llevaba en su vientre a un niño a punto de nacer.

Mucho era el bullicio que reinaba en el lugar.
¡Mucho era el dolor que tuvo que soportar!
Hasta que la puerta de un humilde mesón le abrió su corazón.
Allí nació, Jesús, Nuestro Salvador, entre el heno,
y animales que le dieron su calor.

El vientre de María se abrió como un blanco Jazmín,
impregnando el lugar y las calles de Belén.
José arropaba al niño con un amor sin igual
a Jesús, al Admirable, Dios Eterno, Príncipe de Paz.

En el campo los pastores mirando al cielo pudieron ver
Un ángel del Señor que los hizo comprender,
que había nacido el Mesías en la ciudad de Belén.
Corrieron, dejando todo y lo fueron adorar.
Mientras un ejército del cielo clamaba a gran voz.
¡Gloria a Dios en las alturas y en la tierra haya paz.

Hoy Jesús dulcemente, va buscando un lugar,
Golpeando puertas y corazones para poder habitar.
Es el lirio de los valles que quiere perfumar nuestra vida, nuestro hogar.
¡No importa cómo nos encuentre! Alegres, tristes, solos o acompañado.
El su vida dio por todos. Y en medio nuestro ahora está,
derramando su fragancia aquí y en todo lugar.
Creamos en El y hallaremos la paz.






 Autora: Laureana
Derechos reservados

sábado, 10 de diciembre de 2011

CUANDO LA FE VENCE LA VERGÜENZA

REFLEXIÓN

Lucas 8:43-48, Mateo 9.18-26; Marcos 5:21-43.



CUANDO LA FE VENCE LA VERGÜENZA

Este relato nos muestra unos de los más maravillosos milagros que Jesús  obro, cuando estuvo aquí, y que puede obrar hoy en nuestra vida.

Así lo hizo, con una mujer que padecía de una hemorragia desde hacia doce años. Aunque, la situación de ésta era, “muy diferente” a la que hoy podría enfrentar cualquiera de nosotras.

Hoy, hablamos de una menstruación con total libertad, pero, en aquella época según las leyes de higiene, dadas a Moisés en levíticos 15: 25-30, la mujer cuando tenía su ciclo menstrual era considera inmunda.

Todo lo que tocaba en aquellos días: muebles o personas, era declarado inmundo. Al terminar la menstruación debía presentarse el sacerdote y llevar sacrificios a la puerta del tabernáculo de reunión y allí sería purificada.

Todo esto, en situaciones normales; cuando tenía una enfermedad debía presentar sacrificios tras sacrificios y no podía acercarse a nadie. Así se encontraba la mujer que tocó el borde del manto de Jesús.

La vergüenza de doce años que la lleva a Jesús

Lucas y los otros evangelistas, narran el mismo hecho con pequeñas diferencias entre sí, pero coinciden en que el sufrimiento de ésta mujer era tremendo. Doce años, cargó con esta culpa, ignoramos si era casada o soltera, también la edad; lo que sí podemos imaginar era su debilidad, su vergüenza.

Pero esto, la llevo a desarrollar una gran fe, que la acerco a Jesús. ¿Cómo sería su vida? Sin duda alguna que muchas caricias no recibiría, que la soledad y desamparo no habían atado sus manos y sus pies. Ella había acudido a los médicos.

Marcos dice en el Capítulo 5 versículo 26: “Y había sufrido mucho y  de muchos médicos… y había gastado todo lo que tenía y nada le había aprovechado, antes, le iba peor”
(Versión Reina Valera 1960)




La de la oscuridad a la luz

Hay algo que es revelador, y es la actitud de esta mujer condenada a la oscuridad por la ley que regía y la declaraba inmunda por su enfermedad que durante 12 años la había privado de todo; solo el sufrimiento era su compañero  la decepción ante todo tratamiento médico, los otros evangelistas aclaran que sufrió a causa de los médicos, que ella había perdido todo. Pero Jesús vino a traer la salvación para los que estaban condenados por la  ley que era el dedo acusador de Dios sobre el hombre desde la caída
Del hombre en el Paraíso.

Pero Dios en su gran amor envió a su Hijo para morir por los pecados de los hombres y traer esa luz y amistad con Dios; pero pocos creían en Jesús es más era rechazado y de hecho lo crucificaron.

Pero esta mujer tuvo el valor, la fe y el coraje de acercarse a Él.

Veamos como lo hizo.
Dice Lucas en el capítulo 8 v. 44
 “Se le acercó por detrás, y tocó el borde de su manto; al instante se detuvo el flujo de su sangre.”

El temor a ser descubierta fue la que lo llevó a ir por detrás de Jesús, para que éste no la viera. Ella conocía su condición, necesitaba todo el valor del mundo para hacer esto.

 Mateo dice en el Cáp. 9 v21 que la mujer pensó que si tacaba el manto de Jesús seria salva. Es importante destacar esa actitud de pensar que ir detrás de Jesús y a sus pies, es la mejor postura que puede tomar una mujer que necesita algo de El.

 Frente a esta mujer había una multitud la cual la hubiera apedreado, golpeado, pero sin embargo ella tenía la fe suficiente para saber que Jesús podía quitar de ella todo lo inmundo.

 Muchas veces como hijas de Dios a nuestro alrededor aparecen multitudes de problemas, pruebas enfermedades, persecuciones, malos tratos, pero lo hermoso es saber que a los pies de Jesús seremos protegidas, esto es en la oración, la adoración.

Ahora veamos la actitud de Jesús. Si leemos el v45 y 46, Jesús conociéndolo todo, le da la oportunidad de que ella salga a la luz, cuando pregunta: “Quién es el que me ha tocado” y  se arma una confusión con los discípulos. Esta confusión la hace reflexionar de que no quedó oculta y temblando le declaró delante de todo el pueblo por que causa le había tocado y como al instante había sido sanada.
En el v48:” y Él le dijo Hija tu fe te ha salvado, ve en paz.”

La intención de Jesús era no avergonzarla ni enojarse con ella, sino permitirle que ella testificara delante de todo el pueblo, que ya no sufriría más el desprecio, porque estaba sana. Si Jesús no hubiera hecho esto esa multitud no le hubiera creído porque a muchos creían en Jesús; pero estaba los que no creían en Jesús; es mas lo perseguían, ¿Qué hubieran hecho si esta mujer declaraba por su cuenta, sin que Jesús la dejara declarar al pueblo? Lo mas seguro es que de no haber actuado así Jesús, ella hubiera quedado en esa oscuridad, pero Jesús tenía toda la intención de exaltarla para la gloria de Dios.

Esto es lo que nos va a ocurrir a nosotras cuando vallamos detrás de Jesús a sus pies, el hará ver el cambio. El mostrará su obra en nosotras. El es nuestra defensa, nuestro salvador, muchos podrán acusarnos, tratarnos mal, despreciarnos, juzgarnos, pero cuando estamos a sus pies Él nos saca de la oscuridad a la luz.

PARA PENSAR:

Son los sufrimientos, las pruebas, el dolor, la enfermedad; la que muchas veces nos llevan a los pies de Jesús.
Somos sus hijas y Dios se va a glorificar a través de nosotras. Y nos va a sacar a la luz, para llevar esa luz a otras mujeres, que por distintos motivos están en  la oscuridad.
Simplemente entregando un tratado, orando por nuestras vecinas, que no tiene hemorragia de sangre quizás, pero sí muchas lágrimas porque hay algo que les impide ver a Jesús.

¡Que Dios nos Bendiga!





Reflexión: Mirta Barolo de Acuña.

viernes, 18 de noviembre de 2011

Cuando oramos le damos lo mejor a Jesús y lo mejor de Jesús a los que lo necesitan.

Reflexión

S. Lucas 10:38-42(Biblia Reina Valera 1960)


Cuando oramos le damos lo mejor a Jesús y lo mejor de Jesús a los que lo necesitan.

“Aconteció que yendo de camino, entró en una aldea; y una mujer llamada Marta le recibió en su casa.
Esta tenía una hermana que se llamaba María, la cual, sentándose a los pies, oía su palabra.
Pero Marta se preocupaba con muchos quehaceres, y acercándose, dijo: Señor, ¿no te da cuidado que mi hermana me deje servir sola? Dile, pues, que me ayude.
Respondiendo Jesús, le dijo: Marta, Marta, afanada y turbada estás con muchas cosas.
Pero sólo una cosa es necesaria; y María ha escogido la buena parte, la cual no le será quitada.”

Como vemos en este relato, Jesús se encuentra en la casa de dos hermanas; María y Marta.
Todo el ambiente nos da a entender, que era muy amigo de esta familia. En lo que muchos comentaristas no se ponen de acuerdo, es porque no estaba con los discípulos; pero en otra oportunidad Jesús ha estado a solas; por ejemplo con la mujer samarita, relatada en
S. Juan 4. Es necesario aclarar esto, porque destaca la manera en que Jesús trataba con las mujeres, que en época eran tan discriminadas, nunca podían estar cerca de un maestro de la ley. Vemos que Jesús rompe con esta estructura religiosa.

Lo cierto es, que Jesús estaba con estas dos hermanas, Marta que era muy laboriosa, casi con ansiedad por servirlo de la mejor manera, y María por estar recibiendo la enseñanza a los pies de Jesús.
Marta, como vemos en el versículo 40; lleva más que una queja, hace un reproche a Jesús diciendo: “Señor, ¿no te da cuidado que mi hermana me deje servir sola?...” y seguidamente viene la orden a Jesús. Dice: “dile pues que me ayude…” Aquí vemos cierto grado de confianza.

Lo más conmovedor es como le responde Jesús a Marta; él le dijo: “Marta, Marta afanada y turbada estas con muchas cosas”. Si bien Marta estaba airada, Él la lleva a una reflexión de lo que significaba estar con Él, de la manera que Él quería y lo que le agradaba, y se lo hace saber a través de una respuesta impregnada de ternura: “pero solo una cosa es necesaria y María ha escogido la buena parte, la cual no le será quitada.”

¿Cómo nos dirigimos a Jesús?

Sabemos que ser mujer es la condición más preciosa que Dios nos ha dado, ya sea como: amas de casa, pastoras, médicas, maestras, abogadas, relacionista públicas, solteras, casadas.
Pero debemos saber que somos diferentes, cada una conlleva un perfil, un determinado carácter determinada manera de hacer las cosas, una somos más activa y otras más pasivas. Pero cuando nos dirigimos a Jesús y le servimos debemos hacerlo de la manera que es Él le agrada, (versículo 42) dice: “María ha escogido la mejor parte la cual no le será quitada”.

La buena parte es estar a sus pies:

Observamos, que en ningún momento Jesús elogia el carácter de María, sino; que elogia la actitud. Tampoco condena a Marta, sino; que la hace reflexionar, cuando le dice:
“Marta, Marta, afanada y turbada estás con muchas cosas.”

¿Cuántas veces nosotras nos vamos a encontrar en una situación igual?
Queremos servir al Señor y a la vez no nos dirigimos bien a Él y a los demás porque estamos nerviosas. Tenemos: la cocina llena de cacerolas, nos movemos en un sendero de medias tiradas, toallas húmedas; nos ilumina un sol pálido, a la vez, queremos estar presentables para nuestro esposo, que nos dejan determinadas tareas.
Ellos también nos dicen, por ejemplo: compra la canilla, fíjate que se quemó la lámpara de afuera, mira que aquella planta le falta agua…
Ah!!! No te olvidés que viene el hombre que corta el pasto y que ponga todo en una bolsa y que deje todo prolijo, llama al municipio y pedí que retiren las ramas de la calle…
¡Y de repente! te mira y con piedad te dicen: ¡Pobrecita! ¿No te hiciste la tintura? Te dan un beso en la frente y se van a trabajar.


Es natural que muchas veces estemos afanadas y turbadas, eso hace que nos dirijamos a Jesús de la misma manera que lo hizo Marta, nos quejamos, le damos órdenes, como por ejemplo: ¡Señor… hace callar a ese perro!!! ¡Escucha a la vecina, el volumen con que escucha esa música me está perforando los oídos!!!Justo que yo quería descansar, Señor! ¡Hace que se corte la electricidad!!! No te asustes. Son reacciones meramente humanas.

En estas situaciones es cuando comenzamos a alejarnos de la oración; porque cuando reaccionamos sabemos que el enemigo todo el día está culpándonos (Apocalipsis 12:10) y no solamente que lo sentimos; sino que nos lo hacen notar diciéndonos: ¿y vos sos cristiana? esta culpa nos trae enojo y el enojo es el mayor de los tropiezos, para la vida de oración. Pablo dice: que no se ponga el sol sobre vuestro enojo, resistid al diablo y éste huirá de vosotros.

En estos momentos es donde debemos humillarnos, y recordar que la buena parte es escoger estar a los pies de Jesucristo. Él nos va a tratar con la ternura que trato a Marta, nos hará reflexionar, a través del toque del Espíritu Santo; tendremos un precioso encuentro
que nos mostrará el camino a seguir. Quizás nos haga falta orar con nuestros esposos, si son cristianos, y delegarle lo que a ellos le corresponde.

Muchas veces tenemos la tentación de hacer el trabajo que otros tienen que hacer, porque cuando nos ven activas es cuando más trabajo nos dan; pero cuidado podemos agotar nuestras fuerzas para las épocas como la que ahora estamos viviendo donde se necesita mucha oración hay personas que está sufriendo en hospitales, otros en las calles olvidados, otros ignoran el flagelo de la gripe A por ejemplo.

No podemos ignorar que esto nos trae más tensión en nuestro hogar, hay más cuidados que antes necesitabas y necesitas las fuerzas y estas se encuentran a los pies de Jesús.

A los pies de Jesús hay frutos

Vivimos en una sociedad, totalmente amargada, desanimada, enferma de ambiciones y poder que necesitan conocer a Jesús, recibir la salvación de su alma, la violencia ocupa todas las calles, los hogares incluso cristianos. Personas totalmente desprotegidas que necesitan los frutos que nos provee Jesús a través del Espíritu Santo y esto ocurre en la oración, allí es donde recibimos lo mejor de Jesús y podemos darles lo mejor de Jesús a todos los que lo necesitan. Pero los frutos deben estar en nosotras (Gálatas 5:22-23) Dice: “Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, fé, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley”.
En esta relación con Jesús, seremos restauradas y la Imagen de Jesús se verá en nosotras.

PARA PENSAR:

Muchas veces por falta de oración ¿has notados que nada podemos aportar es esta sociedad, que vive sin Dios?
¿Reconocemos delante de Jesucristo que estamos casi en el umbral de su segunda venida?
Argentina, está sufriendo problemas económicos, tuvimos el flagelo del dengue, ahora la gripe A.
Sentarte a los pies de Jesús, tendrás demandas ¿estamos preparadas para socorrer a los necesitados? Acercar un tratado, orar por los que están trabajando en lugares donde la gripe A está haciendo estragos. ¿No crees que la oración debe ocupar el primer lugar al abrir los ojos cada día, y recibir la ternura de Jesús, las fuerzas?

Quizás no puedas estar en medio de esa actividad por diversas situaciones pero hay un lugar que nadie te puede quita y es estar orando, clamando porque hay mujeres que están dando a luz en lugares donde hay gripe A y esto me recuerda una frase que dijo Jesús en, Mateo 24:”más ¡ay de las que estén en cinta, y de las que críen en aquellos días…”.

Amada hermana oremos por nuestra Argentina, tomemos de las manos aún a distancia física y tomemos en nuestros corazones lo mejor de Jesús y brindémosle a los que no lo conocen lo mejor de Jesús. La Salvación...












Mirta Raquel Barolo de Acuña.